Llevo ya algunos años asistiendo como alumno, ponente, moderador, y un largo etcétera, a cursos, congresos, seminarios, postgrados, jornadas, ferias y demás fórmulas de compartir y recibir información. Con conocimiento de causa y gastados unos miles de euros en estos menesteres, observo que siempre somos los mismos -o mejor dicho- que siempre son los mismos ponentes, oradores, expertos, especialistas que imparten esta liturgia, mientras los demás asistimos religiosamente a esta representación teatral, en el que a lo largo de los años, se ha ido modificando muy poco el discurso. Entono el “mea culpa” sigo asistiendo a estos lugares, quizás por miedo a oxidarme y a veces con la esperanza de encontrar algo nuevo. Ahora con la crisis algunos se han vuelto un poco más reivindicativos en cuanto al valor de la cultura como generadora de empleos, sinergias y demás eufemismos -de cara a la galería solamente-. Este reducido grupo de privilegiados han venido a convertirse en una suerte de “Star System” de la Gestión Cultural a escala regional -hablo de Canarias- nacional e internacional, como si de estrellas de Hollywood se tratara. Si observan con detenimiento las programaciones de los cursos, congresos, seminarios, postgrados, jornadas o ferias, aparecen recurrentemente los mismos nombres, con los mismos temas, discursos, chascarrillos y anécdotas años tras año. La cosa es bien sencilla -coloquialmente hablando- tu me llevas aquí que yo te llevo allí. De esta manera y además de acumular puntos en la tarjeta de Iberia Plus, se llenan los bolsillos con sus dietas y emolumentos a cargo de los pagos de las tasas o matrículas y sobre todo a costa del erario público que subvenciona muchas veces este tipo de acontecimientos formativos. Ocasionalmente actúan como padrinos o madrinas de algún que otro nuevo actor que sirve para perpetuar el sistema. Simplemente les invito a que naveguen por la red y que cada uno saque sus propias conclusiones. Luego van por ahí sentando cátedra y criticando de la falta de ayudas para la cultura, cuando son los primeros en fagocitar el dinero destinado a ella. Incluso, algunos son funcionarios que se ganan un sobresueldo participando en estas acciones formativas. Es duro decirlo pero, la enseñanza de la gestión cultural se ha convertido en un negocio muy lucrativo y totalmente oligárquico donde muy pocos se reparten el pastel. No en todos los casos, pero en una inmensa proporción, no contentos con ello, controlan algunas asociaciones o colectivos de gestores culturales donde el control es total, interesado y tiránico. Además se convierten en asesores de políticos, ministerios, consejerías, y demás administraciones públicas, ganando con ello mucho dinero, sin que la función pública mueva un sólo dedo. Comisiones -en dinero o en especies- por recomendar tal o cual libro o manual, colaboraciones académicas y profesionalmente dudosas en publicaciones, engorde de currículum vitae, son algunas de las prácticas empleadas. Mi pregunta es la siguiente. Con los más de veinte años -sólo en España- de acciones formativas en gestión cultural ¿no hay sabia nueva o un relevo generacional de docentes?. Si esto es una profesión ya consolidada... ¿Que hacen profesores universitarios dando lecciones sobre planificación cultural, o de programación, cuando en su vida profesional nunca han participado en acciones de este tipo?. ¿Cómo es posible que la universidad española realice estudios o encargos sobre determinados sectores culturales, cuando existe una iniciativa privada capaz de hacerlo y encima mucho mejor?. ¿No es esto competencia desleal?. De la misma manera que hacen trabajadores públicos -personal funcionario o laboral- trabajando por la mañana en lo público y en las tardes en el ámbito de lo privado a cuentas del mismo dinero público. Evidentemente hay notables excepciones y magníficos docentes, pero no son la norma. En fin creo que con la edad se me está agriando el carácter.
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